domingo, 16 de mayo de 2010

La culpa la tienen los medios

Lo que el viento se llevó, Casablanca, ¿Cómo perder a un hombre en 10 días?, The Notebook, the Holliday entre otras son algunas de esas películas hermosas donde existe el amor imposible que a pesar de pasar por miles de inconvenientes y vicisitudes logra sobrevivir y llegar a ser posible, los enamorados de descubren finalmente y logran vivir felices para siempre. Blancanieves, La sirenita, La bella durmiente, Aladdin y la Bella y la Bestia son también claros ejemplos de cómo desde muy pequeños nos han metido una sarta de cosas en la cabeza sobre el amor puro y verdadero, y desde muy pequeños comenzamos a soñar con ese mundo insólito, maravilloso y fantástico donde ese ser perfecto al que tanto amamos abre los ojos y se da cuenta que sí, soy yo la persona con quien debe pasar el resto de su vida.

Siempre hemos creído en eso, porque lo vemos, desde las tan típicas novelas latinoamericanas, las películas de Hollywood, las de Disney, las series de televisión gringas y hasta los libros; la verdad es que, es gracias a este bombardeo mediático que nosotros empezamos a creer en todo esto. Grandes bailes hermosos, doncellas vestidas con hermosos trajes rellenos por un gran armador, colores vistosos y una tiara en la cabeza; príncipes vestidos con sus trajes militares que son símbolo de hombría y valentía, siempre con la espada en la vaina como parte esencial de su vestimenta; mujeres pobres que trabajan y son aguerridas, todas caucásicas, como si eso mostrara la realidad de Venezuela, hombres millonarios y guapos, quienes logran enfrentarse a sus malvadas madres y novias por su amada; y si hablamos de las tramas hollywoodenses pasaremos acá tres días enteros, sin embargo el punto principal de todo esto es que cuando el DVD quemado comprado en la Guairita, la pantalla de cine o la tv se apagan, volvemos a nuestra triste y pobre realidad, ese amor puro, casto y verdadero no es tan fácil de obtener, no siempre conseguimos de buenas a primeras a esos seres maravillosos, es más, nunca conseguimos a esos seres maravillosos y perfectos.

Conseguir a esa persona ideal en todos los sentidos es el sueño de la mayoría de nosotros, la persona perfecta que nos acompañará hasta ser muy viejitos, el romance épico como el de Helena y Paris, eso es tan difícil como conseguir que Hugo Chávez renuncie a su cargo por voluntad propia, no digo que sea imposible, sólo muy difícil. Dígame cuando pensamos que esa persona va a cambiar por nosotros, que la chica pobre, caucásica y usualmente de ojos verdes se convertirá en toda una dama de sociedad con modales sacados del manual de Carreño, caminar que sólo lo enseña Giselle en su academia de misses y un estilo como proporcionado por la mismísima Titina Penzini en su libro: Lo más Chic; que ese hombre mujeriego, jugador y patán se convertirá en ese ser maravilloso capaz de llenarte de amor, hacerte sentir lo especial que eres y abandonar a todas esas mujeres que tuvo alguna vez, sin darnos cuenta que eso es imposible, los seres humanos no cambiamos nuestra forma de ser, la ajustamos a los momentos y circunstancias pero nunca seremos otras personas.

Pero entonces, ¿si esos amores de cuentos de hada y de novela Venezolano-Mexicana-Maiamera no existen, qué nos toca? Nos tocan personas normales, comunes y corrientes como nosotros mismos y como la vida misma, llenos de problemas, situaciones particulares, gordos, flacos, altos, bajos, pelo negro, catires, morenos, chinos, caucásicos, negros, con narices anchas, sin un dedo, con cicatrices, parapléjicos, atletas, fumadores, soñadores, achantados, casados, solteros, divorciados, viudos, seres humanos comunes y corrientes, ciudadanos del mundo, productos de la globalización e hijos del siglo XXI; personas que no cambian su forma de ser en dos días y que sólo lo logran hacer porque ellos lo deciden, la idea de que una chica de bellos sentimientos pero pasada de peso se mete en una piscina y sale con 40 kilos menos, no existe, si no trabajamos por nosotros mismos y nos esforzamos, nunca lograremos ser como queremos ser y nunca conseguiremos ese ideal.

La persona que debe estar con nosotros estará porque así lo desea, así lo siente y así nos quiere, pero también es una persona que como nosotros tiene errores e imperfecciones, y no por eso es más, o menos bueno, simplemente es humano. Los medios nos metieron un ideal en la cabeza, que se ha arraigado desde los tiempos de Renny Ottolina en los hogares venezolanos y en cada una de nuestras mentes, ya forman parte de la idiosincrasia del venezolano, y aunque las generaciones más nuevas y poseedoras de sistemas de televisión por cable o satelital pueden no estar tan familiarizados con los tv-dramas latinos como podemos estarlo todos aquellos que nacimos antes de los 90 o que pasamos muchas de nuestras tardes en compañía de una nana o servicio, ellos si están familiarizados con los dramas hollywoodenses o de seriados televisivos, entonces; ¿podemos los miembros de las generaciones X y Y conseguir un amor de verdad? Claro que podemos, solo debemos estar consientes que no todo lo que brilla es oro y no todos son la epítome de la perfección que nos pueden representar una Sandra Bullock, una Julia Roberts, un Brad Pitt o un Channing Tatum.

Ya las bases están sentadas, ahora es nuestro trabajo cambiarlas, mutarlas o simplemente revertirlas de modo tal que los seres humanos seamos capaces de aceptar que no todo en la vida es perfección. Hace muy poco decidí irme a comprar una película, me sentía muy mal y me dije que era momento de tener un tiempo para mi, para pensar y reflexionar, me compré 500 days of summer (500 días con ella) una película independiente, de las cuales me confieso un gran admirador, y como tal con una trama nada convencional, una película que me hizo darme cuenta que la vida tiene sus tropiezos y aunque en momentos pensemos que podemos morir por ellos, siempre habrá una razón para levantarnos, y que definitivamente el tiempo es capaz de curarlo todo. Ese ser humano mágico, perfecto y capaz de completarnos como la otra parte de la tan famosa fruta cítrica no está a la vuelta de la esquina y que la media naranja no lo es porque sea igual a nosotros, sino porque nos completa, tiene ese algo extra que a nosotros nos falta. Así que nos toca ponernos los patines y como decimos en vulgar argot venezolano, dejemos de pensar en pajaritos preñados y pongamos los pies sobre la tierra, está en ti ser tan feliz como quieras.